martes, 15 de marzo de 2016

TUMBAS LORENZO Y GIULIANO DE MEDICI


Cuando Lorenzo de Médicis el Joven murió en 1519, se decidió usar la Nueva Sacristía de la Iglesia de San Lorenzo de Florencia, como capilla funeraria de la generación joven de la familia, de la misma forma que la Sacristía Vieja había sido usada para la anterior generación (Lorenzo el Magnifico, y Giuliano). Fue ideada por el cardenal Julio de Médicis y el papa León X.




Miguel Ángel empezó a construirla en 1521, y en 1524 ya había concluido la bóveda; sin embargo, la expulsión de los Médicis en 1527 y el asedio de Florencia provocaron un notable retraso en las obras. La partida definitiva de Miguel Ángel de Florencia, en 1534, hizo que la obra quedara incompleta: el artista logró terminar solamente dos de los cuatro monumentos sepulcrales, la tumba de Lorenzo, duque de Urbino, (muerto en 1519) y la tumba de Juliano de Médicis, duque de Nemours, (muerto en 1516).


Originalmente había planeado unir estas cuatro tumbas en una estructura exenta, concebida como obra masiva de arquitectura. Los cuatro sarcófagos habían estado colocados sobre los cuatro arcos mientras la tumba del Cardenal Giulio Médicis, había sido colocada bajo el crucero).



Se renunció a este proyecto a favor de las dos tumbas dobles en cada pared lateral, una para los Duchi (los jóvenes) y la otra para los Magnifici (los viejos), mientras que la pared de la entrada, frente al altar, será adornada con una Madonna flanqueada por las estatuas de los Santos patronos de la familia Médicis, Cosme y Damián. Los muros laterales, se consagraron a los Duchi, mientras la sacra conversazione de la pared de la entrada se añadió a las tumbas de los Magnifici en una composición unificada.
El plan definitivo incluía la tumba doble de los Magnifici frente al altar sobre los sarcófagos sin imágenes. La Madonna de los Médicis, aparecía flanqueada por las estatuas de los santos Cosme y Damián, como se ven en San Lorenzo, y sobre ellos otras estatuas más pequeñas una de las cuales se ha identificado como el David del Bargello.


En el sepulcro de Giuliano, duque de Nemours, la estrecha hornacina central aprisiona al coraceado guerrero de perfil divino, como el propio Miguel Ángel lo definió, sentado pero con la energía contenida de quien está presto a intervenir en la acción, por lo que se ha visto en él la idea de la vida activa.


En la estatua retrato de su hermano Lorenzo, duque de Urbino, fallecido en 1519, la pose enroscada del cuerpo, relajado e introspectivo, que subraya admirablemente la hélice serpentina del brazo derecho, se adecua al dictado de Pensieroso como ha sido llamado, y exalta la vida contemplativa, una dualidad que apuntará también en la pareja de Raquel y Lía del definitivo sepulcro de Julio II en San Pietro in Vincoli.


Las dos parejas de desnudos que, sobre los sarcófagos de uno y otro se deslizan en interminable movimiento, imitan el tipo de estatuas fluviales conocido desde la edad helenística y romana, pero jalonan el destino de los Médicis entre la Aurora y el Crepúsculo, el Día y la Noche, respectivamente. Es notorio el inacabado o “non finito” de los dos rostros masculinos, especialmente en el Día, que es aquí deliberado intento del artista por escamotear al espectador sus caras heridas por el resplandor solar, técnica que al extremo opuesto del esfumado praxiteliano, adquiere carácter pictórico y romántico luego seguido entre escultores tan dispares como Rodin o Victorio Macho.

No miran hacia el altar Giuliano ni Lorenzo, sino a la Madonna de los Médicis, que tuerce blandamente su cuerpo mientras el Niño robusto toma el pecho, en actitud lánguida y subjetiva, como ensoñada y distante.


Webgrafia:

http://www.sofiaoriginals.com/jul720pintura25.htm http://historiadelartecomentarios.blogspot.com.es/2012/03/la-obra-ante-la-que-nos-encontramos-se.html

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